viernes, 19 de junio de 2009

Comentario y crítica de ‘Que verde era mi valle’


Aunque muchos estudiosos del cine siempre han dicho que valorar el aspecto estético por encima de la historia de una película es un signo inequívoco de que se trata de un mal guión, voy a empezar remarcando lo bien que le sienta a esta película estar rodada en blanco y negro. De este modo se enfatiza lo que dice la voz en off del narrador, de que su valle se ha convertido en un lugar apagado por culpa del carbón de la mina.
En cierto modo, se puede decir que la fotografía acompaña a la historia que comienza de manera optimista y poco a poco va sumiendo a la familia protagonista en la tragedia, al ritmo que la mina de carbón consume, en todos los sentidos, la vida de los trabajadores.

Uno de los pilares sobre el que se asienta la película es el conflicto generacional entre padre conservador e hijos liberales. Y de cómo el conflicto ideológico acaba dividiendo a la familia. Que vuelve a parecer unida al final de la película en una especie de flashback melancólico de lo que era y nunca más volverá a ser.

Por lo que respecta al guión es una historia sólida e interesante donde no importa el final, ya que el narrador al principio anuncia que todo el valle está en decadencia, sino cómo se llega hasta ese final. Tal vez se eche en falta ver al narrador físicamente ya como adulto y saber con seguridad que ha sido de él. Ya que lo único que le retenía en el valle era no decepcionar a su padre, como se puede apreciar en la escena de la discusión durante la comida, cuando Huw mira fijamente a su padre para hacerle saber que está ahí, que sigue a su lado.
La melancolía es el principal factor que predomina en toda la película principalmente en el final y que también está presente en el título como un lamento rememorando un pasado más feliz y luminoso, aunque paradójicamente el espectador sólo conoce un valle gris, monocromo donde reina la tristeza y el pesar.


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